• La brecha de género en el mercado de trabajo no es solo salarial, se da también en los demás ámbitos relacionados con el trabajo y las relaciones laborales (desempleo, calidad del empleo, horas, seguridad social, trabajo no remunerado)
  • La evolución hacia la igualdad en el mundo del trabajo se estanca
  • Las políticas de igualdad y conciliación de la vida familiar y laboral marcan la diferencia entre los países
  • La entrada en vigor en enero de este año 2016 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrece una buena oportunidad para guiar la acción y políticas a nivel nacional e internacional.

La brecha de género en el mercado de trabajo no es solo salarial

 Las desigualdades en el mercado de trabajo se expresan no solo a través de la brecha salarial, se da también en los demás ámbitos relacionados con el trabajo y las relaciones laborales:

  • Población activa
  • Desempleo
  • Distribución desigual de las horas de trabajo remunerado
  • Calidad del empleo
  • Distribución desigual de las horas de trabajo no remunerado
  • Jubilación y protección social

 

A escala mundial, la brecha salarial entre hombres y mujeres se estima en el 23 por ciento; en otras palabras, las mujeres ganan el 77 por ciento de lo que ganan los hombres. Con las tendencias actuales se necesitarían más de 70 años para colmar las desigualdades salariales.

 La búsqueda de la igualdad en el mundo del  trabajo se estanca

 A pesar de algunas modestas mejoras en ciertas regiones del mundo, millones de mujeres están perdiendo terreno en su búsqueda de la igualdad en el mundo del trabajo, según el nuevo informe realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ‘Las mujeres en el trabajo. Tendencias 2016’.

El informe examina datos de hasta 178 países y concluye que las desigualdades entre mujeres y hombres persisten en un gran número de sectores del mercado de trabajo mundial. Durante las dos últimas décadas, se ha registrado una segregación adicional en la distribución de las mujeres y los hombres en las diversas profesiones y dentro de ellas a medida que el incremento del trabajo tecnológico privilegia determinadas competencias, sobre todo en los países desarrollados y emergentes.

Además, el informe muestra que a lo largo de las dos últimas décadas, los importantes progresos alcanzados por las mujeres en la educación no se han traducido en mejoras comparables en su posición en el trabajo.

A nivel mundial, la disparidad de género en la tasa de participación en el mercado de trabajo ha disminuido sólo en 0,6 puntos porcentuales desde 1995 a 2015, con una relación empleo-población de 26,5 puntos porcentuales de diferencia siendo 49,6 por ciento para las mujeres y de 76,1 por ciento para los hombres. En ambos casos además se ha producido una caída de la fuerza de trabajo con respecto a 1995 cuando era del 52,4 y del 79,9 respectivamente.

Las mujeres representan menos del 40 por ciento del empleo total, pero constituyen el 57 por ciento de quienes trabajan a tiempo parcial. Además ocupan un porcentaje mayor en los  puestos de trabajo con salarios más bajos. En base a las estadísticas de la Unión Europea sobre la renta y las condiciones de vida (EU-SILC), el 23,6 por ciento de las mujeres eran empleados con salarios bajos, en comparación con el 17,8 por ciento de los hombres. La brecha de género en los salarios bajos ha pasado de un 8,9 en 2006 a un 5,8 en 2015. En parte se explica por un aumento en el número de hombres clasificados como empleados con salarios bajos.

Existe un  riesgo de que el cierre de la brecha se produzca por un proceso de nivelación hacia abajo, es decir empeoramiento de las condiciones laborales de los hombres, y no de una mejora de la situación laboral de las mujeres (nivelación por arriba)

La desventaja acumulada que enfrentan las mujeres en el mercado laboral tiene un impacto considerable en su futuro. En términos de pensiones, la cobertura (legal y efectiva) es inferior para las mujeres que para los hombres, produciendo una diferencia de género en la cobertura de la protección social. Actualmente, 200 millones en mujeres en edad de jubilación viven sin ningún ingreso regular proveniente de una pensión de vejez o de supervivencia, frente a 115 millones de hombres.

La brecha en los cuidados y las tareas domésticas no remuneradas

El informe proporciona además nuevos datos de hasta 100 países sobre las horas de trabajo remuneradas y no remuneradas.

Las mujeres siguen trabajando un número mayor de horas al día que los hombres, tanto en el trabajo remunerado como en el no remunerado. En los países desarrollados, las mujeres dedican en promedio 4 horas y 20 minutos diarias al trabajo de cuidado no remunerado, comparado con 2 horas y 16 minutos de los hombres. Si bien esta disparidad de género sigue siendo considerable, ha disminuido en un número de países, la mayoría de las veces debido a la reducción del tiempo que las mujeres dedican a las tareas domésticas, pero no a una disminución significativa del tiempo que invierten en el cuidado de los hijos.

Las jornadas de las mujeres (con trabajo remunerado y no remunerado) siguen siendo más extensas que las de los hombres. En las economías desarrolladas, las mujeres empleadas (bien sea por cuenta propia o en trabajo asalariado) trabajan 8 horas y 9 minutos en el trabajo remunerado y no remunerado, frente a 7 horas y 36 minutos de los hombres.

El desequilibrio en la proporción del trabajo no remunerado limita la capacidad de las mujeres de incrementar sus horas de trabajo asalariado, formal y remunerado.

La brecha de género en el mercado de trabajo no se podrá cerrar sin  abordar de forma integral el reparto de los trabajos de cuidados y tareas domésticas. Pasa por que las sociedades reconocen y hagan efectivo que las mujeres y los hombres tienen derecho a trabajar y cuidar.

Objetivo 2030: una agenda común

El tema de la OIT para el Día Internacional de la Mujer 2016 “Alcanzar la igualdad para 2030: el futuro ya está aquí " refleja la urgencia de abordar estas desigualdades si se pretende realizar la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Casi todos los objetivos de la Agenda tienen un componente de género.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reafirmó el consenso universal sobre la vital importancia que revisten la igualdad de género y su contribución al logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. La entrada en vigor en enero de este año 2016 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrece una buena oportunidad para guiar la acción y políticas a nivel nacional e internacional.

La creación de más y mejores empleos para las mujeres, la protección social universal, y la adopción de medidas para reconocer, reducir y redistribuir las labores de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas son indispensables para hacer realidad la nueva y transformadora agenda para el desarrollo sostenible, que tiene por objeto reducir la pobreza (Objetivo 1) y las desigualdades (Objetivo 10), lograr la igualdad de género (Objetivo 5), y promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos (Objetivo 8).

El Objetivo 8.5 se propone ‘de aquí a 2030, lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres, incluidos los jóvenes y las personas con discapacidad, así como la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor’

El Objetivo 5 se centra en lograr la igualdad entre los géneros e incluye las siguientes metas: 5.4 Reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país y 5.a Emprender reformas que otorguen a las mujeres el derecho a los recursos económicos en condiciones de igualdad, así como el acceso a la propiedad y al control de las tierras y otros bienes, los servicios financieros, la herencia y los recursos naturales, de conformidad con las leyes nacionales.